Ver, oír y callar
El pétalo rojo de una buganvilla, flotaba en el aire libre; como si estuviese observando las abejas que zumbaban libando el néctar de las flores de mi jardín en la playa Moncayo de Guardamar del Segura, mientras yo escribía esta crónica y leía alternativamente, sentado en el cómodo sillón viejo de mimbre blanco que desde hace años conservo.
La temperatura rozaba ya los 35ºC y aún no eran las 10 de la mañana de un 20 de agosto del año de los coronavirus.
El pétalo seguía flotando ajeno a mis pensamientos y a los vuelos rasantes de una pareja de golondrinas, y al pequeño pichón de paloma torcaz que permanecía en el nido en la copa de la falsa pimienta junto a su madre, esperando a su padre que viniese a regurgitarle la comida.
Mi pareja decía cuando los veía que se estaban peleando a picotazos, y que las cagadas manchaban cada día el patio; mientras, mi perra perdiguera de Burgos, con 12 años, estaba acostada junto a mí con un ojo abierto y otro cerrado, observando el panorama pero captándolo todo sin decir nada:
Oía, veía y callaba.
Acababa de empezar este artículo sobre el “sinvergonzón” Rey JC I, intentando “quitarle hierro” al asunto, porque a pesar del legado democrático y comercial que tanto ha favorecido a los españoles, no me parece bien lo mal que deja a la Reina Sofía, tan amante de la ópera y la cultura, y, de paso, a su hijo Felipe VI, quien está mostrando una ejemplaridad serena y sin precedentes.
El pétalo se alejaba, pero seguía flotando en el aire y el zumbido de las abejas me recordó a García Márquez cuando decía que “un periodista debe escribir siempre unido a la verdad como el zumbido a la abeja”.
El escritor y periodista Arturo Pérez Reverte acababa de escribir un artículo durísimo en XL Semanal sobre los políticos actuales y anteriores y la situación tan deteriorada que sufrimos los españoles. Sólo tiene esperanzas en el Rey Felipe VI.
Yo también.
Me he tomado unos minutos de descanso, para pensar sobre el asunto, mientras el mismo aire en el que dicen los entendidos que flota el virus, obligándonos a llevar mascarilla, aunque no sea necesaria según otros no menos entendidos.
Los suspiros de la brisa marina mueven los brazos de mi palmera grande y del árbol de la falsa pimienta donde está el nido y, además de aliviarme con el frescor, noto que las tres verdolagas han desplegado con la luz sus múltiples florecillas de variados colores.
“Todo esto…”, escribo, “…se veía venir”. A los separatistas hace muchos años que los Gobiernos de turno les han dado (por debajo de la mesa) regalos peligrosos para contentarlos. Rodríguez Zapatero fue un desastre y a Rajoy le faltaron coj…. ; y este Sánchez, cuyas palabras van siempre unidas a la mentira, supera a todos en lo peor.
Ya veremos y oiremos el discurso que suelta a la vuelta de sus vacaciones mientras España sufre.
Veo a mi perra e intuyo que me dice “ver, oír y escribir”.
Nada más.
Es bastante por hoy con este calor y esta humedad.
Desde la tranquilidad en Guardamar, has ido desgranando , lo mal que ha quedado la Reina Sofía , portadora de cultura. Al emérito , trincon, esta faceta oculta , echa por tierra todo lo bueno que ha hecho por España.
Mi perra al igual que la tuya , con la misma edad, a mi lado me mira de reojo. La cadera la tiene cada día peor, por ahora sin dolor, ya te iré contando.
Un abrazo Valentin