Carnavales 2016
Hoy 4 de Febrero es el cumpleaños de una persona a la que quiero mucho, y al mismo tiempo de mi vieja réflex Nikon, que tengo siempre mirándome en una de las lejas de mi despacho “esperando” que me la cuelgue al hombro y la saque por ahí a divertirnos un poco y romper las rutinas. Como el arpa en el rincón del ángulo oscuro esperando la “mano de nieve” que sepa arrancarle las notas, como decía la poesía de Gustavo Adolfo Becquer.
Todos los años cuando llegan estas fechas me gustaría estar en los carnavales de cualquier ciudad para poder vivir unos días de fiesta pagana con mi vieja cámara, pero todos los años, se me presentan incertidumbres ridículas o remordimientos de conciencia estúpidos, que me impiden hacerlo.
Bueno, me conformaré mirando estos colores desordenados y desbordados de fuerza, que prietos de deseos me transportan a Venecia o a Canarias en esta temporada de tanto desacuerdo.
“De acuerdo en no estar de acuerdo”, es buen acuerdo si se acepta la pluralidad.
Así de claro es el axioma (palabra masculina que se considera tan evidente que no necesita demostración – según el diccionario -) porque hace falta un cambio en la cultura política, pero sobre todo en nuestra “pasividad farmacéutica” como expresó en su día nuestro querido compañero y Fundador de Hefame (Pepe Ruiz – Seiquer) del que nuestras instituciones principales (El Colegio y Hefame) se han olvidado hace mucho tiempo de agradecerle un poco lo mucho que nos ha dejado en herencia (y sin necesidad de pagar impuestos). Hemos vivido un principio de siglo muy convulso, demasiado; y debemos adaptarnos a muchos cambios y a una vida compleja y un tanto acelerada. Desde mi punto de vista se prevé una nueva etapa más aseada que la anterior, donde la higiene, aparte de nuestras instituciones la corrupción habida y les haga pagar a los culpables.
Nuestros nuevos dirigentes deberían tener bien claro que el espíritu de servicio social es un imperativo, que va por delante de sus intereses personales; y deberíamos ir pensando en cambiar los Estatutos de nuestras dos instituciones principales para adaptarlos de una vez a los nuevos tiempos. Y de un nuevo código ético no creo que sea necesario estrujarse las neuronas; he ahí “Los Diez Mandamientos”.
No tener que estar de acuerdo, no significa en estos tiempos que no podamos civilizadamente llegar a un acuerdo que sea positivo para el bien general de una sociedad, basado en la ética.